La luz en su acepción más simple es el agente físico que hace visibles los objetos. En el mundo hay muchas luces. Sin la luz natural ignoraríamos buena parte de la belleza que nos rodea y andaríamos más dificultosamente por la vida. El Sol que nos saluda cada mañana no solo nos alumbra; es también sinónimo de energía y nueva esperanza. La luz de la Luna y la de las estrellas son gratas compañeras en nuestras largas noches. Por otra parte, la luz eléctrica es hoy tan básica y necesaria que sin ella se detendría el progreso de la humanidad. Están también las luciérnagas o bichos de luz, que nos entretienen en noches campestres.
Por otra parte, hablamos de la «luz de la razón». Cuando nos viene una idea feliz o una inspiración, exclamamos que fue un «rayo de luz». De una persona de nítida inteligencia decimos que tiene «muchas luces». Utilizamos expresiones como «Dios te ilumine», «se me hizo la luz» y otras parecidas. En la mitología la luz también ocupa un lugar destacado. Sin embargo, todas esas luces palidecen ante la luz suprema e inextinguible de la que habla el presente número de Conéctate.
Jesús dijo: «La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla. Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».
La luz de Dios tiene la virtud de aplacar el escozor de las heridas y aliviar la soledad del alma. En los surcos de la desesperación puede sembrar las semillas de la esperanza. Puede iluminarnos el camino y conducirnos hacia el amanecer a través de la noche más lóbrega.
A pesar de los obstáculos con que nos topamos y aunque a veces nos parece que las sombras del miedo y de las dudas se ciernen sobre nosotros, abrigamos la confianza de que la luz y el amor de Dios nos acompañarán. «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad». «No te dejará, ni te desamparará».
Que Dios te alumbre en las tinieblas, cuando todas las demás luces se apaguen.
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Juan 1:5 (NVI) Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.
Juan 8:12 (NVI) Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Salmos 46:1 (NVI) Al director musical. De los hijos de Coré. Canción según alamot.
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
Tomado de: http://es.letjesushelpyou.com